Amor, el más grande deseo y el más temible miedo al mismo tiempo. El origen del corazón roto, la sangre que late a galopadas desde Adán y Eva; la esperanza de encontrar el paraíso y la desolación al perderlo, aunque no hayamos estado realmente ahí, nunca. La ansiedad que se dispara como cohete ante la ausencia de alguien, y nos remonta a ese idílico e inventado lugar sagrado que, a su vez, inspiró el infierno.
Claro, y es que, se olvida que para encontrar nuevamente el paraíso del que todos hemos nacido desterrados, primero debemos pasar por el Juicio Final. Ese juicio revelador de información que despierta la conciencia, la sensatez en la que somos juez y parte. Ese litigio que no hace más que mostrar una realidad con emociones líquidas y escurridizas, de “contentillo”; que nos enfrenta a que la necesidad de estar con el otro se cimentó desde la carencia, desde lo que alimenta a esos demonios con nuestra más ambiciosa adicción.
Nadar en ese balde de agua fría no es fácil. Darnos cuenta que nuestras adicciones pueden ser entretenidas casi por cualquiera que se lleve bien con nuestros monstruos, tampoco. Es como descender un poquito en el infierno en el que se nos cayó el amor que, en realidad, nunca dimos. Vamos, todos tenemos ese demonio con adicción mortal que más que amor, requiere un dealer; un Mercado de Trueque:
Compañía por belleza; Belleza por novix; Novix por Admiración; Admiración por Compañía; Compañía por Sumisión; Sumisión por Dinero; Dinero por Matrimonio; Matrimonio por Patrocinio; Patrocinio por Sexo; Sexo por Amor; Amor por Sexo; Sexo por hijos; Hijos por Obstrucción; Obstrucción por Celos, Celos por Elección, Elección por Necesidad, Necesidad por Admiración.
Hacemos del amor un infinito intercambio de necesidades hambrientas, movidas por carencias y, quizá, algunas virtudes.
Oh, amor mío
Pídele al sueño un par de alas.
José Luis Rivas
Las ideas de amor están llenas de prejuicios, por eso necesitamos el juicio real y final, el nuestro. La historia nos vende muy bien el amor sacrificado y, a veces, hasta una versión a modo de fondo de ahorro.
La idea de la carta no es la de un amor en la que se debe tener siempre una recompensa. Eso es una idea demasiado convencional y simplista de lo que regalan el alma y el corazón. Quizá hasta capitalista, como de pagaré o fondo de inversión, y es que...
Qué mala inversión es querer, cuando ni siquiera hay liquidez.
La búsqueda de esa mitad que nos deja a la mitad, nos mantiene incompletos por la eterna idea de recibir. En esta carta nada es recíproco, los personajes ni se miran, el amor no es un intercambio. Es aquello en lo que vas dejando todo sin esperar una recompensa, ni siquiera la compañía.
Amor aquí es eso en lo que el Ego no cabe. El Ego solo cubre de toxicidad los escenarios y la parquedad de ESTAR, de pertenecer. No es más que el miedo de necesitar, la necesidad de ansiedad, la ansiedad de control, el control que no existe, la inexistencia que se alimenta de nada más que de neurosis que devasta. Algunos lo bautizan como amor tóxico, otros como relación intensa y muchos más como amor romántico.
Pero esa idea de amor en la que solo se da, es más profunda y, por lo tanto, más difícil de alcanzar, porque solo es amar y eso es el amor verdadero. La idea de obligación se confunde y se diluye entre los que aman y, a veces, hasta la llaman compromiso. Por eso se sufre.
No se nos rompe el corazón, lo que se quiebra es el Ego, mi amor. Cómo creer que tu compromiso con mi amor, no cumpla con la obligación de quedarte o de llevarnos.
El amor se compromete con el amor, con buscar acuerdos y encuentros, no con la pertenencia, ni con las obligaciones reglamentarias de una pareja.
Lamentablemente, a veces nos dejamos sobornar y atamos y nos atamos al otro, le pedimos ayuda al Diablo, mientras nos subimos a pelar al ring con la nostalgia de La luna.
Hay muchas cosas que solo se tienen mediante el contacto con uno, y ser tu propio proveedor de amor es muy complejo, implica paz espiritual, y liberación de ti mismo y de los prejuicios sobre ti. La recompensa es inexplicable, es la sensación de plenitud que, como muestra la carta, te cae como un rayo que te arrojan desde el cielo para disipar las sombras.
Los Amantes o Enamorados representa la liberación de los roles tradicionales que se tropiezan con ellos mismos y con las ideas sembradas que nos impiden regresar al origen de lo que siempre ha sido..., al paraíso.
Cuando esto pase, cuando el amor nos elija a nosotros, estaremos listos para estar con cualquiera y dejaremos de lado las adicciones y demonios. Esta carta de amor, también es una carta de elección. En el amor también se elige y cuando uno elige, algo o alguien de algún modo muere.
¿A quién eliges, a quién matas en nombre del amor..., a ti, al otro, al amor o a tus demonios?
Canción tres del Soundtrack de Tarot.
Carta VI: Los Enamorados
"Fusion", Rosa Passos
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