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I. El Mago

Actualizado: 22 oct 2020


El mago, para Jung, es el creador y el tramposo, historia larga hecha corta: un hijo de puta. Cualquiera que realice su magia con nosotros. El que prepara una exhibición que engaña y atrae. Un ilusionista.

Es mercurio, el dueño del arte de maniobrar los discursos que maravillan. Es controlador, y fiel creyente de que es merecedor de la abundancia que obtiene mediante la manipulación. Diestro –y siniestro– de la persuasión. El vendedor por excelencia.

Dirá que siempre comparte la verdad, y sí, lo hace, pero de esta oculta gran parte, esa es la razón por la cual no podemos ver por completo su mesa. Hace de su poder oculto lo que quiere, puede curar y ser sabio, o malavarear a su antojo los tiempos y a la gente.


"El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expone".


Wilde en El retrato de Dorian Grey


En realidad, nadie sabe qué trae en la cabeza. Esa cabeza en la que revuelan sus planes, sus ideas creativas, sus estrategias y también sus mañas. En el pecado lleva la penitencia, por eso, de tanta carga, suele padecer migrañas.

Es el inicio, el Yo, la individualidad, el uno. El uno es solitario, y por esa naturaleza, suele ser un tanto egocéntrico y egoísta. Es la idea, el principio que aún no se ejecuta y que espera ser activado. Muchas veces son caprichos o creatividad de bote pronto. Es una lluvia constante de esbozos, intenciones, creencias y mañas que aún no se ejecutan; la migraña que sostiene lo que se espera crear. Esas obras pueden llevarlo al cielo o al infierno de las decepciones.


El rojo de su capa es energía, es pasión y es voluntad; es la sangre de la vida que puede representar muchas cosas, como el amor, aunque también a la venganza y a la rabia.



El mago puede ser tan egoísta como luchador, a él no le importa empezar de nuevo otra vez, pues tiene todas las herramientas de la magia sobre la mesa: voluntad, intelecto, sentimientos y materia.

El color amarillo muestra que está cerca de la iluminación, aunque también representa su oro, su avaricia. Este personaje trabaja por su prosperidad y la cultiva, por eso hay flores debajo de su mesa; sin embargo, está solo. En su aspecto negativo se puede tratar de una persona que con tal de estar trabajando siempre para sí y para sus propósitos, puede ser víctima de la soledad, aún en compañía.


Sus manos señalan arriba y abajo haciendo un canal que relaciona a la posibilidad con la realidad y nos dice que el éxito se encuentra en la unión de lo que piensas con lo que creas; sin embargo, para crear necesitas controlar el infinito de ideas que te sobrevuelan y encontrar el equilibrio, de lo contrario, los pensamientos del mago serán una repetición, un constante loop sin progreso. Este símbolo del infinito también se muestra en su cinturón en forma de ocho y nos advierte que, si bien el mago puede generar una infinidad de propósitos, estos son manipulados por la traición de la serpiente de la que se hace su cinturón.

Antes de que el mago pueda realizar y explotar su magia, debe reconocer su sombra, esa que no ve en él, sino en los otros. Lo mismo sucede con la luz que nos muestra o que vemos en él.


Nuestro mago interior es el que hace que el otro deje de ser ajeno y nos refleje, pero para eso debemos usar la razón.

El mago es un artista, no un dictador. Les hará pensar que él hace lo correcto.

También se le relaciona con la conciencia que nos envuelve y nos libera al mismo tiempo. El mago es quien crea el laberinto y también nos conduce a través de este. Es el redentor y es el que redime. Es la encarnación de una unión que hace más consciencia entre el sí mismo y el ego; el huésped no invitado, un soñador con el objetivo de ser guía, aquel que nos invita a dominar lo inconsciente. Es un soñador que sabe que todo puede hacerse realidad.


Es dueño de lo que muestra a la luz y también de lo que oculta: el nacimiento y la muerte. Con desfachatez, él puede manipular el espacio y el tiempo sin importarle el resto y solo trabajando mentalmente sus convicciones.

El mago puede introducirnos en su mundo del sueño. Es por eso que, si se trabaja con él, ayudará a hacer conscientes nuestros sueños, y podrás poner en orden, sobre la mesa, a toda la infinidad de ideas que te rondan la cabeza.

Todos somos un mago. Esta imagen siempre está a nuestra disposición, y crece y florece para que conozcamos en nuestros pensamientos el éxito. Él te recomienda aprovechar todas las oportunidades, descubrir tus talentos. Tus ideas son lo que siembras.


Y así como con él podemos encontrar una realización y una iluminación, también podemos encontrarnos y exponernos a la destrucción; podemos ver nacer o enterrar; tener el sueño más reconfortante o las pesadillas más potentes. Una vez sobre la mesa todo aquello que nos da vueltas, podremos decidir qué no realizaremos nunca.


¿Quién ha sido su mago?


Canción seis del Soundtrack de Tarot.

Carta I: El Mago

"Solín", Maldita Vecindad



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